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Por el libro |
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17 de agosto de 2010
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WASHINGTON (AFP) - El Gobierno estadounidense sigue buscando desesperadamente ideas para el futuro de su costoso sistema público de crédito inmobiliario y en particular para sus dos gigantes Fannie Mae y Freddie Mac. "Reparar este sistema es uno de los problemas de política económica más importantes y más complicados a los que se enfrenta este país", declaró el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, en un discurso con el que inauguró este martes una conferencia sobre el tema, en la sede del Departamento que dirige en Washington. Al Gobierno le quedan cinco meses para presentar, como se comprometió en julio, un proyecto de ley que determinará el futuro de los dos organismos paraestatales de financiamiento hipotecario Fannie Mae y Freddie Mac. La cuestión fue oportunamente aplazada para después de las elecciones legislativas de mitad de mandato del presidente Barack Obama, en noviembre. La única certeza es que no se volverá al modelo de antes de la crisis. "No apoyaremos la idea de que Fannie y Freddie vuelvan a jugar el papel que jugaban antes de que el Estado las capitalizara, cuando luchaban con sus competidores privados para quedarse con parte del mercado, pero gozando del apoyo del Estado", indicó Geithner. Esos dos grupos hicieron las delicias de sus accionistas (privados) en la época de la burbuja especulativa inmobiliaria. Cuando la burbuja explotó en 2007, se derrumbó el edificio sobre el que descansaba. El Estado federal les inyectó 148.000 millones de dólares (115.000 millones de euros). Hoy, gracias a una línea de crédito ilimitada del Tesoro, Fabnnie Mae y Freddie Mac se llevan ellas sola casi todo el mercado de nuevos préstamos inmobiliarios. Ese mercado sigue estando muy deprimido, y aún sufre los excesos de la construcción entre 2004 y 2007. Según datos difundidos este martes por el Departamento de Comercio, en 40 años de estadísticas, nunca se construyó tan pocas viviendas en Estados Unidos como en los dos últimos: 457.000 estaban en marcha a finales de julio en un país de 300 millones de habitantes. Ni las tasas de interés históricamente bajas que ofrecen los prestamistas ni los reducidos precios bastan para atraer a los compradores. Geithner cumplió este martes un papel inusual en un hombre que maneja las finanzas públicas: era él quien hacía las preguntas. Animó un debate entre tres investigadores, dos financistas (del Bank of America y del fondo obligatorio Pimco) y el presidente de una asociación de defensa de las ciudades y barrios pobres (la National Urban League). El consenso se estableció alrededor de una idea simple: "el mercado inmobiliario está demasiado subvencionado", según los términos del economista de Moody's Mark Zandi, y corresponde al sector privado volver a reanimarlo. El papel del financiamiento o de la garantía de los fondos públicos sólo debería ser preponderante en sectores como el acceso a la propiedad de los hogares más desfavorecidos, la vivienda social o el alojamiento de los estudiantes. Otra certeza es que el Estado será en el futuro un regulador mucho más estricto de las finanzas. La idea parece estar tan asentada en los espíritus que es defendida incluso por el representante del grupo de reflexión ultraliberal American Entreprise Institute, Alex Pollock. "Muchas gracias. Han sido muy constructivos, han sido muy sensatos, han vencido con convicciones muy sólidas", dijo el secretario del Tesoro tras el debate. Las suyas fueron más bien vagas.
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