25 de junio de 2010
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La fiesta, el vestido, la torta de bodas, las flores, las invitaciones, el buffet: son meses de preparativos hasta llegar al ansiado día del casamiento, un acontecimiento histórico en la vida de cualquier persona. Pero tras la fiesta, las emociones y la euforia de ese momento único, algunos novios pasan por un momento incómodo que termina en la pregunta: ¿y ahora qué? La sensación de vacío, la apatía y el aburrimiento (más usual en las mujeres) caracterizan a la depresión post casamiento, que no es considerada una enfermedad, pero sí un estado emocional. "La depresión postcasamiento es un shock de realidad que la persona enfrenta; cuando se encuentra con las responsabilidades del matrimonio, puede sentirse angustiada o desamparada", dice la psicoterapeuta de la Universidad Federal de Sao Paulo, Karina Haddad Mussa, especialista en medicina comportamental y neuropsicología. Igual que la depresión postparto puede convertirse en un problema serio si no se atiende a tiempo, el síndrome postcasamiento puede ser un obstáculo en la vida futura de la pareja. "Después de la fiesta los recién casados deben estar preparados para enfrentarse a las cuentas por pagar, la división de funciones y la convivencia y tolerancia con los defectos del otro. Eso puede ser frustrante cuando la persona no está lista para enfrentar la realidad", dice Haddad Mussa. Parte del problema puede surgir cuando la persona no está preparada para lidiar con los cambios: si antes vivía con los padres, tenía un cierto confort y la casa estaba siempre llena de gente, con la vida de casada la casa se queda un poco más vacía. También empiezan a aparecer los asuntos cotidianos como hacer mercado y pagar cuentas de servicios domésticos. En suma, la llamada depresión postcasamiento es fruto de factores externos, sean económicos o sociales, pero principalmente de factores internos. "Las personas idealizan en exceso al matrimonio, es decir, proyectan en el compañero sus sueños y expectativas, y cuando algo no se corresponde con sus anhelos entran en una fase de desencanto", previene la terapeuta. Dependencia emocional Idealizar no es, por definición, un error. El problema es cuando quien tiene tales expectativas depende de que se cumplan para ser feliz. "Las personas con carencias, con baja autoestima, inmaduras o egoístas se tornan muy dependientes de sus parejas. Es una situación triste porque trae aparejados los reproches, peleas y desgaste", dice la especialista Haddad Mussa. El casamiento es el acontecimiento de la vida que celebra la división de roles, y también implica renuncia, generosidad, saber escuchar y aprender a convivir con el otro. Por eso, quien no esté dispuesto o no sepa adecuarse a tales exigencias puede estar condenado al fracaso en la vida conyugal. "Quien se casa está, de alguna forma, celebrando la "muerte sicológica" de una antigua identidad. Una mujer sale de la casa de sus padres y deja de ser la hija, la hermana para convertirse en la esposa; y el marido deja de ser el mimado de su casa para convertirse en la persona que cuida de su propia casa y asume nuevas responsabilidades", ilustra la especialista. En medio de las nuevas responsabilidades está la de cultivar el amor, que necesita de atenciones y disponibilidad. "En el casamiento tenemos que poner nuestra mejor cara, pero saber que siempre pueden aparecer situaciones extremas, como los celos y la inseguridad. Es necesario confiar en que uno tiene control sobre su propia vida y así mejorará la vida en pareja", dice la psicoterapeuta. Síndrome de Cenicienta La depresión post casamiento puede afectar por igual a hombres y mujeres, ya que depende más de las características de cada uno y de las expectativas que tiene respecto del casamiento. Sin embargo, las mujeres suelen cargar con aspectos históricos y sociales que aún condicionan su comportamiento. Muchas sueñan con casarse con hombres perfectos, príncipes encantados. Incluso mujeres que son independientes y activas en su vida laboral, asumen ese rol de fantasía en la vida de pareja. Para evitar malos ratos en la vida de recién casados, lo ideal es reforzar la intimidad con su marido o esposa y mantener los pies en la Tierra. "Conocer bien al otro puede amenizar los problemas lógicos de la convivencia. Proyecte metas y desafíos para esta nueva etapa, pero no se olvide que surgirán problemas financieros y sicológicos, como sucede en cualquier casamiento. Sea flexible y así podrá lidiar con los desafíos de su nueva vida", sugiere la terapeuta. Para quienes ya sufren el síndrome ¿Se acaba de casar y está siendo presa de la melancolía? Converse con su pareja y haga los ajustes necesarios. Si la tristeza es mayor de lo que debería, busque ayuda profesional. La terapeuta Karina Haddad aclara que la depresión postcasamiento no llega a ser una enfermedad, como otros tipos de depresión. En la mayoría de los casos es apenas el impacto inicial que acarrea no saber lidiar con situaciones nuevas. Sin embargo, si la persona está desanimada y triste todo el tiempo, empieza a perder el apetito o a comer compulsivamente, no tiene ganas de salir o no duerme bien, lo suyo puede estar convirtiéndose en una depresión real. "Ojo, que quien está con síntomas depresivos no los adquirió por el casamiento, y es probable que tenga algún antecedente. Es mejor buscar ayuda sicológica o médica, llegado el caso, para encontrar las reales causas del problema", concluye la especialista.