14 de junio de 2010
El Nuevo Herald
Recibir más cuidados médicos no significa necesariamente que usted goce de mejor salud; por el contrario, puede salir peor parado, una idea que los estadounidenses, amantes de la tecnología, encuentran difícil de creer. Entre una quinta y una tercera parte de todos los exámenes y tratamientos que la población recibe se consideran innecesarios y costosos más allá del monto de la factura pueden provocar efectos secundarios peligrosos. Puede ser durante un nacimiento, en momentos en que una cantidad cada vez mayor de las cesáreas se deben a controversiales monitores fetales que indican que el bebé tiene problemas cuando en realidad no es así. También se extiende a los inútiles tratamientos de terapia intensiva al final de la vida, y en medio de todo esto: * Los estadounidenses reciben la mayor cantidad de radiación del mundo, en lo fundamental debido a la repetición de tomografías. Demasiadas tomografías aumentan el riesgo de cáncer. * A miles que les implantan aparatos en las arterias para desbloquearlas pudieron primero haber sido tratados con medicamentos. * Los médicos prescriben antibióticos decenas de millones de veces para tratar virus como el que causa el catarro, en que esos medicamentos no tienen efecto. * Mientras la mayoría de las autoridades de salud advierten de las limitaciones de las pruebas para detectar el cáncer de próstata, incluso después de los 50 años, un tercio de los hombres de más de 75 años se someten a la prueba del PSA a pesar de estudios que muestran que en su mayoría son demasiado viejos para beneficiarse. Millones de mujeres con un riesgo menor de cáncer del cuello del útero se someten a más pruebas citológicas de lo recomendado; millones más son sometidas a la misma prueba incluso después de una histerectomía. * El dolor en la espalda es el mal que más se trata en exceso, debido a repetidos exámenes de MRI que no pueden identificar el problema y la gente se somete a operaciones innecesarias. Aproximadamente uno de cada cinco pacientes que se opera de la espalda termina operándose otra vez en los 10 años siguientes. El exceso de tratamiento significa que muchos pudieran haber mejorado con una prueba o terapia menos costosa, o incluso sin tratamiento alguno. Evitar esto tiene menos que ver con decir que no que con saber cuándo pedir más información al médico. La Associated Press analizó cientos de páginas de estudios y entrevistó a docenas de especialistas para identificar el exceso de los tratamientos más comunes en el país. Los grupos médicos han comenzado a recibir el mensaje. En este momento se toman medidas para ayudar a los médicos a reducir los tratamientos innecesarios y lograr que los pacientes tomen en cuenta de manera imparcial los pros y contras de las diferentes opciones antes de tomar una decisión. "Esto no es racionamiento', declaró el doctor Steven Weinberger, del Colegio Médico de Estados Unidos, que este verano comienza a dar los toques finales a las recomendaciones sobre el exceso de pruebas, comenzando por el dolor de la zona lumbar de la espalda. El objetivo es lograr un equilibrio, ofrecer el tratamiento debido en vez del mayor nivel de tratamiento posible. Rara vez son los pacientes los que reconocen haber cruzado esa línea. "Permítame decirle, las pruebas y procedimientos adicionales significan un mayor daño', afirmó el doctor Bernard Rosof, director de proyectos de la entidad sin fines de lucro National Quality Forum y de un panel de la Asociación de Médicos de Estados Unidos. "La educación de los pacientes es muy importante para lograr esta meta, de manera que la gente comience a entender que, muchas veces, menos es más', dijo. Pero ni siquiera los médicos de cabecera son inmunes. Un hospital realizó justificadamente seis tomografías para identificar las lesiones de la hija de 22 años del doctor Steven Birnbaum después de un accidente automovilístico. Pero al día siguiente a Molly le repitieron una tomografía, como precaución, a pesar de no tener síntoma alguno. Cuando un médico ordenó otra prueba, ‘‘me harté', relató el radiólogo de Nueva Hampshire. Hay numerosas razones por las que uno de cada tres niños que nacen en Estados Unidos llegan al mundo por cesárea, pero el doctor Alex Friedman culpa de ello a un monitor poco preciso que se coloca a las mujeres de parto. Con demasiada frecuencia le abre el vientre a una mujer de parto temiendo lo peor, sólo para extraer un bebé en perfecto estado de salud. "Todo el mundo sabe que es una mala prueba', afirmó Friedman, del Hospital de la Universidad de Pennsylvania. "Al paciente no se le hace ningún favor sometiéndolo a una operación innecesaria'. Los monitores fetales graban los cambios en el ritmo cardiaco del feto, una posible señal de que está recibiendo poco oxígeno. Se convirtieron en una tradición --ahora se usan en 85 por ciento de los nacimientos-- años antes de que los estudios determinaran su nivel de eficiencia. Las guías emitidas el verano pasado, que tienen por fin ayudar a los médicos a interpretar mejor las pruebas, reconocen que los monitores fetales no han reducido las muertes o los casos de lesiones cerebrales debido a la falta de oxígeno. Pero sí aumentan las probabilidades de una cesárea. Aunque el monitor debe usarse en mujeres con alto riesgo, las guías indican que las de bajo riesgo pueden salir mejor si sencillamente una enfermera verifica regularmente el pulso del bebé. Más adelante este año, el Instituto Nacional de Salud comenzarán un estudio a gran escala para determinar si el uso de una nueva tecnología --un tipo de electrocardiograma fetal que ya se usa en Europa-- puede identificar mejor a los fetos en peligro que necesitan nacer por cesárea. Read more: http://www.elnuevoherald.com/2010/06/13/v-fullstory/741671/salud.html#ixzz0qpi8rTAz