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  Por el libro
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17 de mayo de 2010

El pais.com

En Punta Umbría, decenas de personas se derrumbaron ayer ante el local, una tienda de electrodomésticos, temporalmente dedicado a la recepción de la documentación de los aspirantes al trabajo. Las puertas estaban cerradas. Llegaba gente desde municipios onubenses como Ayamonte, La Palma del Condado o Cartaya, o las provincias de Sevilla y Jaén. La decepción era evidente y cada historia más trágica. Sentados en el suelo, cabizbajos, se encontraban Horacio Leyva, ecuatoriano de 43 años que "creyó el cuento", Abdesln Barhoon, marroquí y marinero, de 40 que se declaró "confundido", Daniel I.M., onubense en paro, de 25 años, que dijo sentirse "muy violento" o Alejandro Marín, camarero de 37 años, que se había desplazado desde Sevilla con "la esperanza" de conseguir "un asiento en el avión". "Con estas cosas no se juega", añadió Marín de vuelta al coche.

El martes, unas 350 personas rellenaron, ilusionados, un curioso formulario -el supuesto test psicotécnico- en el que debían introducir, además de su estatura y peso, datos personales, DNI y teléfono. Una de las preguntas consistía en contar el último sueño y otra, colocar en orden de importancia palabras como respeto, trabajo, compromiso y honor.

La mayoría reconocía que "todo era muy extraño" y la remuneración "excesiva" (3.600 euros a la semana) pero, según los solicitantes, no podían dejar de intentarlo. Casi ninguno tenía empleo. Los requisitos eran sencillos: se exigía no pesar más de 90 kilos y no medir menos de 1,75. La policía abrió la investigación por las condiciones "extremadamente ventajosas" del empleo. Nada tenía sentido.

La Subdelegación del Gobierno, alertada por la llegada incesante de candidatos, aclaró en una nota que "la salida masiva de trabajadores nacionales a un país extranjero tiene que ser puesta en conocimiento de las embajadas o consulados". El sindicato UGT avisó a los solicitantes de que estuvieran "muy atentos" y no entregaran dinero a cuenta para acceder al supuesto empleo. Desde la peña flamenca, donde se celebró (sin autorización) la primera charla informativa, aseguraron no tener nada que ver con el asunto.

Ayer por la tarde, muchos de los candidatos, abatidos, se apoyaban en un Jaguar negro aparcado frente a la tienda que pertenece, según los vecinos, al empresario Garrido. Los test de los más de 300 candidatos, podían verse en el asiento trasero.