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  Por el libro
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11 de mayo de 2010

El Nuevo Dia

La industria de restaurantes lleva más de tres años desafiando abiertamente a la recesión económica. La crisis ha minado las ganancias de muchos restaurantes y cafeterías, y cada mes amenaza con llevarlos a la quiebra, pero miembros de la industria se niegan a ceder ante la presión y pasan los días ingeniándose nuevas estrategias que aseguren su supervivencia.

El año pasado, las ventas de cafeterías y restaurantes totalizaron $3,980 millones, lo que refleja un alza en comparación con los números del 2008, que ascendieron a cerca de $3,913 millones, según datos de la Compañía de Comercio y Exportación.

Sin embargo, esa leve mejoría contrasta con el creciente número de quiebras en este tipo de negocio. El Boletín de Puerto Rico indica que en el 2009 se registraron 50 quiebras de restaurantes y otras 34 de cafeterías. En el 2008 se radicaron 47 y 45, respectivamente.

"La industria de restaurantes, similar a todas las industrias, está sumamente afectada. Los decrecimientos de la economía con los aumentos en costos dramáticos que hemos tenido, muchos de ellos causados por las políticas del gobierno, están reduciendo las ventas, y los costos siguen aumentando", sostuvo Samuel Jové, presidente de la Asociación de Restaurantes (Asore), en entrevista con El Nuevo Día.

Golpes a la industria

Mencionó que la eliminación de golpe de las llamadas grasas trans representó un serio golpe para los restaurantes, debido al costo adicional en el que tuvieron que incurrir para hacer los ajustes de inmediato para sustituirlas.

El economista Luis Benítez, que asesora a la organización, explicó, por su parte, que un alza en las ventas en los establecimientos no se traduce en un incremento en sus ganancias, ya que el aumento en gastos que ha experimentado el sector no les deja prácticamente ningún beneficio.

En una industria cuyo éxito depende directamente de su mano de obra, el aumento a $7.25 en el salario mínimo federal implementado el año pasado también tuvo un peso considerable.

A eso se le suma el creciente costo de electricidad y gas, así como el pago de elevadas primas de seguros y permisos de operación que concede el gobierno, entre otros gastos.

Benítez estimó que las ganancias se han reducido entre un 15% y 35% para cada establecimiento.

Menos ayuda

Jové, por su parte, planteó que, contrario a otros sectores económicos, la industria de restaurantes no recibe ningún incentivo del gobierno y que, peor aún, las pocas ayudas que tenían disponibles han sido eliminadas.

éste fue el caso del Programa de PAN y Trabajo, mediante el cual se subvencionaba el salario de aquellos beneficiarios del Programa de Asistencia Nutricional (PAN) que se sumaban a la fuerza laboral. Este beneficio no aplicaba sólo a los restaurantes, sino a cualquier patrono privado que los empleara.

"En la medida en que el gobierno no diseña planes que puedan ayudar a mantenerse (a los restaurantes), lo que hacemos es contrayendo más la economía porque se pierden empleos y contribuciones, aportaciones de movimiento en la economía", sostuvo Jové, también presidente de la cadena de restaurantes Ponderosa.

En abril, la Cámara de Representantes aprobó una resolución que ordena investigar la situación de la industria de restaurantes e identificar alternativas de política pública para fortalecerla.

La medida, de la autoría de la presidenta cameral, Jenniffer González, fue remitida a la Comisión cameral de Desarrollo Socioeconómico, que ya comenzó a considerarla y próximamente celebrará vistas públicas.

Por otra parte, Jové reconoce que la crisis también ha tenido su lado provechoso al enseñarles a los dueños de restaurantes cómo operar de manera más eficiente.

"Hemos tenido que, todos los empresarios, reinventarse, hacer las cosas como se debieron haber hecho desde el principio... Hemos aprendido muchísimo de qué hacer y no hacer. Creo que van a estar mucho tiempo estas actitudes empresariales de precaución y de controles", sostuvo.