21 de abril de 2010
El Pais.com
Los pesimistas aún no se han equivocado en esta crisis. El Fondo Monetario Internacional (FMI) abre hoy la cumbre de primavera con buenas y malas noticias para la banca española. Pese a la fuerte recesión, el sector financiero ha capeado bien el temporal, y si todo va según lo previsto no tendrá grandes dificultades y "soportará la crisis a pesar del severo deterioro" que le espera a la economía española, según el Informe de Estabilidad Financiera. Las malas noticias son que en el peor escenario posible -es decir, si los pesimistas siguen sin equivocarse, el pinchazo del sector inmobiliario no se detiene y el paro se dispara al 24,5%-, los bancos resistirán a duras penas y las cajas pueden quedar tocadas: el FMI, en colaboración con el Banco de España, estima que los bancos necesitarán inyecciones de capital por importe de 5.000 millones de euros, y las cajas 17.000 millones de euros si vienen mal dadas. Eso no debería ser un problema insalvable: el fondo de reestructuración bancaria -el FROB- dispone de 99.000 millones de euros para acometer la reestructuración del sector. La dificultad estriba, sin embargo, en que el plazo para tirar del FROB expira en junio y apenas hay operaciones aprobadas. El FMI conmina a España a que ese proceso se produzca de forma inmediata. Y deja en el alero más dudas: en los últimos dos años, bancos y cajas han puesto en marcha operaciones de reestructuración de la deuda del sector inmobiliario: se han quedado promociones enteras, suelo, han comprado promotoras que estaban con el agua al cuello, esas cosas. Así han conseguido parar el golpe, gestionar bien sus riesgos para que la morosidad no se desboque. Eso puede ser hambre para mañana: "Si el deterioro de los precios continúa" obligaría a las entidades "a vender propiedades a corto plazo con pérdidas notables", sostiene el Fondo. El tamaño del potencial agujero es preocupante. Los bancos acumulan 23.000 millones en este tipo de operaciones, y las cajas 36.000 millones. En 2010, el FMI espera que esa cartera aumente en 10.000 millones más para los bancos y 20.000 millones más para las cajas. Con todo, la banca española no sale mal parada de las evaluaciones del FMI, que dibuja un panorama peligroso para la banca estadounidense (muy golpeada por la explosión de la burbuja inmobiliaria, al igual que la española) y para la alemana (cuyos bancos regionales siguen resistiéndose a reconocer las multimillonarias pérdidas derivadas de la crisis financiera). El FMI considera que el riesgo del sector financiero internacional ha mejorado, "pero continúa elevado por la frágil recuperación económica", según el informe. La banca causó la crisis y ha sufrido de lo lindo, y a pesar de las ayudas recibidas (y de que han vuelto los beneficios, los bonus y algunas de las viejas y preocupantes prácticas), el horizonte no se despeja: el Fondo asegura que la crisis fiscal -que ya es evidente en Europa pero que afecta a casi todo el mundo desarrollado- abre nuevos interrogantes en el futuro de la banca. Por un lado, el aumento de la deuda pública elevará los tipos de interés y puede estrangular a una banca muy necesitada de dinero barato para hacer frente al elevado apalancamiento con el que ha operado en los últimos años. Por otro, si los ataques especulativos acaban tumbando a algún país, la banca lo pasará mal: en el caso griego, son los bancos británicos, franceses y alemanes, por ejemplo, quienes concentran la mayoría de la deuda helena. Y aún así, las previsiones de pérdidas para el sector financiero internacional bajan de 2,8 a 2,3 billones de dólares, gracias a la incipiente recuperación. El Fondo no espera una rápida reactivación del crédito: su crecimiento será "lento, poco profundo y desigual"; lo mismo puede decirse para el crecimiento de la economía en general. El informe que presenta el español José Viñals deja un sabor agridulce: al cabo, la banca no acaba de recuperarse, y eso hace muy difícil la recuperación económica. Pero sobre todo deja algunas dudas tenebrosas: la desregulación bancaria es la gran causa de la mayor recesión de las últimas décadas, y los pasos que se han dado en ese ámbito no son para tirar cohetes. La reforma financiera "debería progresar expeditivamente", según el Fondo, algo que evidentemente aún no ha ocurrido. Ya está claro que esa reforma supondrá más requisitos de capital y una restricción del apalancamiento (de operaciones que conlleven mucha deuda): "La dirección está clara, pero no así su magnitud", cierra el informe del Fondo.
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