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22 de febrero de 2010

La Opinion

Charlotte/EFE — Las familias hispanas que han perdido sus casas por embargos hipotecarios sufren traumas psicológicos y sociales a largo plazo, advierte un informe divulgado por el Consejo Nacional de La Raza (NCLR) y la Universidad de Carolina del Norte (UNC).

Según la presidenta de NCLR, Janet Murguía, el estudio, "La generación de las ejecuciones hipotecarias: el impacto a largo plazo de la crisis de la vivienda en los niños y las familias latinas", saca a la luz el costo humano y social de este fenómeno económico.

El Centro para Préstamos Responsables calcula que 1,3 millones de familias hispanas perderán sus hogares entre 2009 y 2010 debido a un embargo. Sólo el año pasado la cifra se ubicó en 400,000.

Alrededor de 8 millones de propietarios de viviendas están retrasados en los pagos de sus hipotecas y uno de cada cuatro debe al banco más de lo que cuestan sus propiedades

La firma RealtyTrac Inc divulgó a principio de mes que más de 315,000 familias, o uno por cada 409 propietarios, recibieron en enero un aviso de retraso del pago de la hipoteca.

La crisis hipotecaria -que comenzó hace dos años- y la concesión de préstamos de altos riesgo generarán perdidas en la comunidad hispana por el orden de los 82,000 millones de dólares, de acuerdo con el estudio.

"Esto representa un golpe considerable a las finanzas y estabilidad de la comunidad. También afectará a las generaciones futuras. Es imperativo que el Gobierno intervenga y apoye a los propietarios de viviendas", afirmó ayer en conferencia telefónica Murguía.

NCLR y el Centro para el Capital Comunitario de UNC condujeron 25 entrevistas a familias en comunidades del sur este de Texas, Michigan, la costa oeste de Florida, noroeste de Georgia, y el valle central de California, que pasaron por el proceso de perder sus hogares en parte por acciones de prestamistas usureros.

Janis Bowdler, subdirectora de proyectos de política de creación de riquezas de NCLR y coautora del estudio, destacó los tres hallazgos más importantes de la investigación realizada sobre las consecuencias de los embargos hipotecarios.

"Las familias se devastaron económicamente, no recibieron ningún tipo de ayuda de las instituciones financieras para evitar las ejecuciones hipotecarias, y la carga emocional excesiva afectó a padres, esposos e hijos que generó en depresión, ansiedad, tensión, sentimiento de culpabilidad y resentimiento", apuntó Bowdler.

Las familias entrevistadas reportaron una pérdida promedio de 89.155 dólares a raíz de la ejecución de sus propiedades, lo que obligó a los padres a retrasar e incluso a eliminar planes de ayuda para sus hijos con educación, compra de vehículos y vivienda.

"Lo más destacable es que estas familias siguen creyendo en el sueño americano que tienen los inmigrantes de ser propietarios y de que algún día podrán recuperarse", apuntó.

Roberto Quercia, director del Centro para el Capital Comunitario de UNC-Chapel Hill, apuntó que los niños en particular se ven afectados por la inestabilidad del hogar y la experimentación de problemas académicos o cambios de comportamiento.

"Si estas hipotecas se hubieran hecho bien, los hispanos no estarían saliendo tan afectados. Esta comunidad tienen uno de los porcentajes más bajos de préstamos de alto riesgo. Son buenas pagas", apuntó Quiercia.

El estudio recomendó realizar modificaciones de los préstamos incluso a las personas que no tienen trabajo, oportunidades de hipotecas para que las familias se queden en sus casas, protección al consumidor, y estándares más restrictivos para prevenir otra crisis hipotecaria en el futuro.

"Los programas actuales de embargos hipotecarios no están al mismo nivel de devastación que hay en la comunidad hispana", apuntó Bowdler.

Aunque el estudio no divulgó el estado migratorio de las familias entrevistas, organizaciones comunitarias y religiosas afirman que los indocumentados han salido mayormente afectados por los embargos hipotecarios.