26 de octubre de 2009
La Opinion
Si algo he aprendido en todos estos años dedicada a la decoración y a crear rincones acogedores y prácticos, es lo importante que es elegir el color adecuado a la hora de diseñar un espacio. Y es que, además de decorar, el color añade un componente emocional que es obvio en cuanto entramos en un cuarto. Les comparto un ejemplo: recientemente pinté la sala de mi casa de un color en la gama del amarillo pero con gran cantidad de blanco como fondo (el nombre del color era cornmeal). Es curioso la cantidad de gente que, al visitarme, comenta lo alegre, luminosa, cálida y acogedora que se ve ahora mi sala. Lo que quiero sugerirles hoy es que, antes de elegir un color y comprometerse a tenerlo en la pared por unos cuantos años, piensen en cuál quieren que sea la emoción y la vibración que predomine en ese espacio. El segundo elemento que deben tener en cuenta es la luz que tenga ese cuarto, ya que es un hecho comprobado que la luz afecta enormemente nuestra percepción del color. Además de la cantidad de luz, tenemos que considerar cuánta de ella es luz natural y cómo cambia con el transcurso del día y cuánta es luz artificial que podamos controlar con un regulador de luz. A lo que quiero llegar con todo esto, es que es prácticamente imposible ir a la tienda de pintura y escoger un color de una pequeña muestra que además se suele ver alterada por las luces fluorescentes que hay en las tiendas. Así que, en lugar de llevarse a casa una minúscula tira de color y ponerla una y otra vez contra la pared, les recomiendo que compren un bote pequeño de ese color y pinten una sola pared. "Vivan" con ese color durante un par de semanas y fíjense en cómo les hace sentir cuando entran al cuarto y en cómo le afecta la luz a las distintas horas del día. Así, ¡tendrán muchas más posibilidades de acertar!