8 de octubre de 2009
La Opinion
Una estudiante universitaria se coloca ante la cámara con una toga de la que cuelga una viñeta en la que se lee "$17,000". Esta es la deuda promedio que abruma a los recién graduados del país, y que los acompaña por mucho tiempo después de recibirse. Ayer, Alexandra Rocha, una estudiante de segundo año de la Universidad del Sur de California (USC), recurrió a ese gesto para atraer la atención de la clase política hacia jóvenes como ella, que están adquiriendo deudas enormes para completar su educación superior. "Estoy sacando nueve mil dólares en préstamos privados, y el año pasado saqué siete mil; creo que para el tiempo que me reciba voy a deber unos 30 mil dólares", afirmó. Sin contar los préstamos que ha hecho al gobierno, alrededor de cinco mil al año, rondando ya los 20 mil. Los estudiantes planean elaborar un álbum para enviarlo a las senadoras que representan a California en Washington D.C., Barbara Boxer y Dianne Feinstein, rogándoles que apoyen el proyecto de ley SAFRA, una iniciativa federal de ayuda financiera para apoyar a los estudiantes de bajos recursos a completar su educación superior. El proyecto consiste básicamente en una reforma del sistema federal de becas, con el fin de obtener ahorros —por 87 mil millones de dólares— que luego serán reinvertidos en educación superior. Entre otras cosas, el plan incluye incrementar las becas Pell de 5,350 dólares este año a 5,550 en 2010, y posteriormente a 6,900 dólares en 2019. La acción en USC fue organizada por CALPIRG, una organización que promueve medidas para defender y promover el bienestar público, con el fin de movilizar a los estudiantes a favor de la ley. La campaña pro SAFRA se desarrolló también en UCLA, Santa Monica College, UC Irvine y otros centros universitarios. "Los políticos piensan que los estudiantes son indiferentes a esta propuesta; nosotros estamos tratando de probar que eso no es cierto", dijo Lisa Zhao, estudiante de Políticas Públicas y Economía. Las altas colegiaturas no son una realidad únicamente en los centros privados como USC, donde una porción de la matrícula está formada por estudiantes de bajos recursos. En los últimos cinco años las universidades públicas de California han incrementado las cuotas año con año, a lo que se agregará una subida adicional de 32% en los dos siguientes en la Universidad de California (UC). Aunque el promedio de la deuda de los graduados ronda los 17 mil dólares, algunos jóvenes esperan que sus deudas sumen decenas de miles de dólares al momento de recibirse. A mediados de septiembre, estudiantes de USC llevaron a cabo una actividad consistente en construir una "pared" con cajas que mostraban el monto de su deuda al final de los cuatro años de universidad. "Algunos eran 30 mil dólares, 50 mil dólares hasta llegar a los 100 mil dólares", dijo Zhao. Las dificultades de los estudiantes de pocos recursos se han complicado aún más en el entorno económico actual, con recesión y desempleo. La tasa de desocupación entre los jóvenes subió a 25.9% en septiembre, lo que significa que las posibilidadades de trabajar y estudiar al mismo tiempo se reducen para muchos de ellos. "Algunos de los estudiantes que conozco no pudieron regresar a clases este semestre porque no tenían dinero", aseguró Yvette Ferrer, de 21 años, estudiante de tercer año de Ciencias Políticas. Ella misma ha acumulado ya una deuda de 25 mil dólares. "Algunos estudiantes van a terminar pagando hasta mil dólares por libros en este semestre", según Ferrer. A los costos de las colegiaturas se agregan los de los libros de texto, que regularmente cuestan decenas de dólares por unidad. Según CALPIRG, un estudiante gasta un promedio de 900 dólares al año en ese tipo de materiales. Para aliviar esta parte de su carga financiera, muchos estudiantes y profesores han lanzado un plan de "libros de texto abierto", en el que se han involucrado 300 catedráticos de centros prestigiosos como la Universidad de Princeton y MIT, comprometiéndose a usar recursos disponibles gratuitamente en la internet.