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  Por el libro
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11 de agosto de 2009

La Opinion

Con el agua al cuello. Así se sienten millones de pequeños y medianos comerciantes respecto a las cuotas que pagan por admitir las tarjetas de crédito como medio de pago en sus establecimientos.

"Las comisiones de tarjetas de crédito me costaron 28 mil dólares el año pasado. Con eso hubiera podido contratar un empleado más", dice Gunu Singh, propietaria de una tienda 7-Eleven, en la esquina de los bulevares Olympic y Burlington, en Los Angeles.

Ella es una de las 900 dueñas de franquicias de esta cadena en el Sur de California, que se ha unido a la campaña recientemente lanzada por 7-Eleven.

El objetivo de la misma es recopilar un millón de firmas de consumidores y dueños de negocios pidiendo un sistema de comisiones por tarjeta de crédito más justo.

Según Merchants Payments Coalition (MPC), organización que agrupa 2.7 millones de tiendas del país, con 50 millones de empleados, los estadounidenses pagaron 48 mil millones de dólares en 2008 en las llamadas tasas de intercambio, que representan el costo principal de la comisión por pagos con tarjeta –aproximadamente 1.60% del total de 2% en costos, que en promedio llevan aparejados este tipo de operaciones-.

"Queremos sobre todo que los comerciantes tengan más poder de negociación", expresa Janet Porres, consultora de 7-Eleven, que va camino de conseguir los dos millones de firmas de apoyo en todo el país dentro de la campaña que durará hasta el próximo 10 de agosto.

Porres explica que la compañía planea remitir las firmas al Congreso como prueba de la preocupación existente entre consumidores y propietarios de negocios por el costo de los pagos con tarjetas de crédito.

"Cobran a todos, a los comerciantes por aceptar la tarjeta y a nosotros por usarla", se queja Marta Galeano, una consumidora que dice estar utilizando cada vez más el dinero en efectivo para evitar costos financieros.

Matthew Brady, propietario de una compañía de producciones comerciales, comenta que paga un 2.25% de comisión por cada uno de los pagos con tarjeta que recibe de sus clientes.

"Es una cantidad considerable, cuando se trata de facturas de 50 o cien mil dólares", dice Brady, señalando que además tiene que pagar una tarifa fija de 21 dólares mensuales, -para mantener la posibilidad de pagos con tarjeta-, a lo que se suma el costo inicial de la máquina con la que se realiza la transacción, que cuesta unos 400 dólares.

Brady reconoce las ventajas del pago con tarjeta, particularmente en estos tiempos en los que debido a la crisis muchos de sus clientes han extendido el período de pago a 60 o 90 días, y algunos hasta han llegado a cerrar antes de que él pudiera recibir el pago.

"El sonido de la tarjeta pasando por la máquina es el de las monedas cayendo en mi cuenta", dice Brady, quien sin embargo cree que el costo por el servicio debería ser menor ofreciendo mayor flexibilidad de negociación en función del volumen de ventas.

La respuesta

Pero Trish Wexler, portavoz de Coalición de Pagos Electrónicos (EPC), que agrupa a un nutrido grupo de instituciones financieras, incluidas compañías de tarjetas como Visa, American Express o MasterCard, asegura que no es cierto que los comerciantes no tenga capacidad de negociación.

"Pueden comparar entre las condiciones de los cuatro mil expedidores de tarjetas que hay en el mercado y elegir las que más le convenga a su tipo de negocio", dice Wexler

Wexler señala que el hecho de que el volumen de pagos con tarjeta se haya triplicado en los últimos años no justifica una reducción en las cuotas cargadas.

"También se ha triplicado el riesgo que asumen los expedidores’", dice Wexler señalando que los porcentajes de cargo se han mantenido estables.

Desde American Express, Christine Elliot comenta que las tasas que aplican a los comerciantes se calculan en función de la industria y el volumen de ventas. Elliot cita como ejemplo la industria de viajes donde la tasa por pagos con esta tarjeta son típicamente más altos, "reflejando el valor significativo que American Express aporta a través de titulares corporativos", con mayor poder de gasto.

Esta tarjeta, considerada por muchos comerciantes como la más cara, carga en promedio –entre todas las industrias, y comerciantes con los que opera- un 2.55%.

Wexler comenta que las modificaciones que los comerciantes están pidiendo al Congreso, enmascaran sus propios intereses.

"Ellos son los que deben pagar por la seguridad y conveniencia de cobrar con tarjeta", dice Wexler, señalando que de la misma se beneficiarían principalmente los grandes comerciantes.

"Los que saldrían perdiendo son los pequeños, que son los que más necesitan una forma rápida y eficiente de pago, y los consumidores, en los que acabarían recayendo los costos que los comerciantes quieren eludir", dice Wexler.