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  Por el libro
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20 de julio de 2009

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Trastornos del sueño, dolor de cabeza, fatiga, falta de concentración e irritabilidad son algunos de los síntomas del jet lag, que se produce en personas que atraviesan varias franjas horarias en un viaje. Hasta la fecha se sabía que los efectos de esos viajes se debían a un desajuste en el reloj biológico de las personas, pero se desconocían las causas de ese fenómeno. Ahora, un estudio dirigido por un investigador argentino, el doctor Horacio de la Iglesia, y publicado en la revista científica Current Biology, parece haber encontrado la respuesta.
Todos los organismos, desde bacterias, hongos y plantas hasta mamíferos, incluyendo al ser humano, tienen relojes biológicos con un ciclo dotado de un período de más o menos 24 horas. Estos relojes le dan la hora a procesos fisiológicos y del comportamiento de modo que los mismos ocurran a la hora adecuada en forma de ritmos que se repiten diariamente, por ejemplo para que comamos cuando nuestro sistema digestivo está preparado para digerir mejor la comida y para que durmamos durante la noche, explica de la Iglesia, egresado de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA e investigador del Departamento de Biología de la Universidad de Washington.
En el caso de los mamíferos hay un reloj biológico central dentro del hipotálamo del cerebro llamado núcleo supraquiasmático (NSQ). El NSQ es un grupo de células nerviosas que se comunican con el resto del cerebro para dar la hora, indica el experto.
Debido a que los relojes biológicos poseen un período cercano pero no exactamente igual a 24 horas, tienen que ser reseteados o puestos en hora diariamente.
La forma en que el NSQ se pone en hora es mediante la luz del día. Lo que sucede es que las neuronas dentro de la retina del ojo se comunican directamente con algunas neuronas del NSQ. En ratas, estas neuronas están ubicadas en la parte ventral del NSQ. Otras neuronas dentro del NSQ, que en la rata se encuentran en la parte dorsal, no reciben comunicación directa