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  Por el libro
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21 de abril de 2006

WASHINGTON.- La competencia por el acceso al petróleo está subiendo considerablemente en la agenda para la visita a la Casa Blanca del Presidente de China, Hu Jintao. El Presidente Bush ha dicho que una de las razones para explicar los precios en aumento del crudo es la creciente demanda de petróleo por parte de China, y le ha advertido a Beijing que no trate de "ocultar" reservas mundiales.
Con el crudo vendiéndose por más de 70 dólares cada barril y los motoristas estadounidenses pagando tres dólares y más por cada galón de gasolina, funcionarios de Estados Unidos dicen que no se puede evitar el tema en la reunión en la Oficina Oval este jueves, como cuando Bush logró evitarlo en su visita a Beijing durante el otoño pasado.

El apetito de China en cuanto al petróleo también afecta su postura con respecto a Irán, donde una confrontación en aumento con Estados Unidos a causa de programas de armas nucleares ya ha alterado mercados del petróleo. China ha efectuado grandes inversiones en Irán, y como uno de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, su posición con respecto a la cuestión de las sanciones es crucial.

Incluso al tiempo que Hu aterrizó en Seattle el martes de esta semana, negociadores chinos y estadounidense estaban debatiendo una propuesta para que ambos mandatarios anunciaran un estudio conjunto de las necesidades de energía de ambas naciones, como una forma de mantener a raya el conflicto en decenios próximos, cuando la necesidad de China --que crece a grandes pasos-- en cuanto a importaciones de energía para sostener su crecimiento, pudiera colisionar con las necesidades de Estados Unidos, Europa y Japón.

En 2004, China usaba aproximadamente 6.5 millones de barriles de petróleo al día y superó a Japón como el segundo mayor consumidor de productos derivados del petróleo. El mayor, Estados Unidos, consume aproximadamente 20 millones de barriles diarios.

El enfoque de la presente Administración con respecto a la búsqueda de petróleo por parte de China fue señalado cuando publicó una versión corregida de la Estrategia de Seguridad Nacional el mes pasado, aprobada por Bush, que contenía una dura crítica acerca de China.

Los dirigentes de ese país, declaraba el documento, están "expandiendo el comercio, pero actúan como si ellos, de alguna manera, pudieran guardar bajo llave provisiones de energía por todo el mundo o buscan dirigir mercados en lugar de abrirlos, como si pudieran seguir un mercantilismo tomado de una era desacreditada".

El mercantilismo fue una doctrina posterior a los tiempos feudales relativa a la salud económica de la nación mediante el proteccionismo, el comercio exterior y las exportaciones, pero funcionarios de la administración Bush lo han usado en repetidas ocasiones para describir a China, justamente como lo usaron en los años 80 para describir el enfoque de Japón hacia el comercio mundial.

En el caso de China, el término se emplea con frecuencia cada vez mayor para trazar una imagen de una versión del siglo 21 del Gran Juego, las maniobras del siglo 19 por la supremacía en Asia central, en las cuales la búsqueda de petróleo por parte de China se está fusionando con su deseo de mayor influencia, desde Africa y América Latina hasta Oriente Medio.

"Ellos están comprando reservas en el largo plazo dondequiera que puedan encontrarlas, incluso en lugares problemáticos como Sudán, Irán y Birmania, donde nosotros no compramos", dijo Michael J. Green, catedrático de la Universidad de Georgetown que dirigió la política sobre China en el Consejo de Seguridad Nacional hasta finales del año pasado. "Ellos dicen que eso es benigno, debido que no interfieren con los asuntos internos de otras naciones. Y nosotros (los estadounidenses) decimos que no es benigno para nada, debido a que eso financia la mala conducta de estos regímenes".

La discusión pública empezó en septiembre, cuando el subsecretario de Estado, Robert B. Zoellick, exhortó a China a que se convierta en un "responsable participante" sobre el escenario mundial. Insinuó que China debería replantear una política de compra de petróleo de los birmanos o los sudaneses simplemente porque era capaz de hacerlo.

"La interacción de China con estados problemáticos indica, en el mejor de los casos, una ceguera a las consecuencias, en tanto que en el peor, algo más ominoso", dijo Zoellick en esa época.

No obstante, funcionarios chinos dijeron que les había gustado mucho su comentario debido a que dejaba entrever una igualdad entre China como una potencia en ascenso y Estados Unidos, como una ya establecida. Pero, hasta ahora, los funcionarios no han respondido al llamamiento de la administración Bush con respecto a reconsiderar su estrategia.

Este martes, Zoellick dijo que él no había querido insinuar que el gobierno de Hu estaba tratando deliberadamente de extraer petróleo de mercados mundiales, sino, más bien, que la enorme burocracia de China en el ramo energético estaba corriendo en esa dirección, en respuesta a órdenes de mantener el crecimiento de la economía. Durante la visita, el Presidente chino dijo: "nosotros estamos buscando sacarlos a ellos de una estrecha perspectiva y conducirlos hacia un reconocimiento en cuanto a que, juntos, necesitamos expandir fuentes de suministros, incluidas otras que no sean petróleo y gas natural, aunado a mejorar la eficiencia".