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  Por el libro
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26 de octubre de 2006

Por: La Opinion


Gusanos, virus, caballos de Troya y robateclas son vocablos que describen algunas de las amenazas más letales del mundo cibernético, un campo de batalla en constante cambio, que no conoce el sueño, en el que la línea de fuego cambia a cada momento y las fuerzas agresoras y defensoras están obligadas a evolucionar todo el tiempo.


Es que los hackers o piratas, es decir, los que se dedican a fabricar los virus y otras creaciones invasoras que destruyen archivos y roban información tanto de individuos como de corporaciones, son muy ingeniosos y audaces.
En ese sentido, el lema de las compañías que se dedican a fabricar antivirus y cortafuegos bien podrían ser: "Conoce a tu enemigo". El espectro de amenazas es vasto, inagotable y en permanente evolución.
En los últimos años, por ejemplo, ha cambiado notablemente la naturaleza de los peligros que acechan a los usuarios de computadoras, afirma Laura García Manrique, directora de la división de productos al consumidor de Symantec, uno de los cuatro gigantes mundiales dedicados a la elaboración de defensas para sistemas de computación.
"Ahora el peligro ya no está tanto en los gusanos que invaden en masa un sistema, sino en el robo de identidad y el fraude", explica la especialista.
Las nuevas creaciones de los hackers se cuelan en las computadoras con el propósito de buscar códigos, contraseñas, números de tarjetas de crédito u otros datos delicados, que una vez extraídos pueden servir tanto para vaciar una cuenta bancaria como para cometer otras fechorías. A diferencia de los virus del pasado, que le reportaban prestigio a sus autores al invadir, por decir algo, un sitio del gobierno o un millón de computadoras para colocar un mensaje muchas veces inocuo, los nuevos delincuentes de la red buscan información vital para su propio lucro.
El 80% de los virus detectados en el laboratorio de Symantec en Santa Mónica, California, tiene capacidad de robar información.
Algunos de esos programas ladrones ?como los robateclas, que registran las teclas pulsadas por los usuarios en cada sesión?, son endiabladamente sofisticados.
Lo peor, dice García Manrique, es que muchas veces esos intrusos no dejan rastro. Los bichos de que se valen son sofisticados y difíciles de detectar.
Igual que en el mundo real, los usuarios de computadoras deben estar atentos a los mil y un recursos de los estafadores y salteadores cibernéticos. Uno de esos recursos es el phishing, una especie de carnada tendida a los incautos para ver quien cae en la trampa.
Empresas tales como eBay, una gigantesca red de transacciones de compraventa por internet y PayPal, un sistema de pago comúnmente utilizado en el comercio minorista por la red, constantemente advierten contra esta triquiñuela, y recomiendan no responder a ningún mensaje pidiendo al usuario que envíe sus datos y contraseñas.