6 de octubre de 2008
Por: El Nuevo Dia
Hace un año Mariel Quiñones y José Sánchez no conocían el precio de un paquete de arroz o de una lata de leche en polvo. Pero con el latigazo de la crisis económica brotó una nueva conciencia de austeridad y de control.
Atrás quedaron los días de excesos, de compras grandes una vez al mes sin fijarse en los precios. Ahora la pareja visita el supermercado con una lista, compara precios, busca especiales y consume productos genéricos para reducir el gasto mensual de alimentos.
"No me fijaba en el costo de las cosas y ahora soy una experta en precios", afirma Mariel, mientras José asiente con la cabeza.Explican que el presupuesto familiar empezó a encogerse tras la secuela de aumentos en la luz, el agua, los peajes y la imposición del Impuesto sobre las Ventas y Uso. La estocada final llegó cuando subió el precio del la gasolina.
Empezaron entonces a apretarse el cinturón. Eliminaron el servicio de cable tv, dejaron de usar el aire acondicionado, volvieron a la vieja tradición de secar la ropa al sol y congelaron los planes de mejoras para la casa. Además se recortaron las visitas al cine y las salidas a comer fuera.
José consolidó sus tarjetas de crédito individuales para disminuir los cargos por intereses. Cambió su vehículo de 8 cilindros, por uno de 4, que gasta menos gasolina.
El artista gráfico, que labora en Guaynabo, también elude la autopista. “Busqué una ruta alterna y me economizo el $1.50 del peaje de Caguas”, comenta.
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Esto provocó otros ajustes. Sale más temprano de su casa porque transita por la carretera #1 y asume estoico todas las paradas en los semáforos que tiene este tramo.
Buscando otro respiro, José decidió hace tres meses asumir el cuido de sus hijos en la mañana, periodo que utilizaba para recargar la batería después de una jornada de trabajo, que lo devuelve a su hogar en la urbanización Heavenly View a la medianoche.
“Me senté con Mariel y le conté mi plan. Ella habló con la gente del cuido y establecimos un tiempo de prueba de una semana para ver si podía manejar a los dos niños”, relató el joven padre.
La pareja tiene dos hijos: Mariana, de 3 años, y Guillermo Andrés, de 1 año.
“Mr. Mom” como le dice su esposa sobrevivió. Duerme menos, pero la satisfacción de ver crecer a sus hijos compensa el sacrificio.
Comenta con orgullo que grabó a Mariana pintando un cuadro y que la enseñó a ir al baño sola.
Esta nueva faceta de su vida exige mucha disciplina para balancear las obligaciones del hogar con los proyectos diarios de sus hijos.
“Vivo con un ‘schedule’ que preparo en la mañana y que sigo porque sino llego tarde a mi trabajo”, indica.
La decisión permite a la pareja guardar en su cuenta de ahorros la partida que antes invertían en cuido.
Este dinero constituye una reserva para emergencias y un fondo de vacaciones. La familia planea viajar a Disney World el próximo año.
“Tenemos una mayor conciencia del valor de dinero y hacemos un mejor manejo de nuestras finanzas”, responde Mariel, la curadora del museo de la Universidad de Puerto Rico en Cayey, sobre las lecciones aprendidas en este proceso.