7 de febrero de 2012
WSJ
En un lapso de tres días la semana pasada, tres de las empresas de electrónicos más veneradas de Japón —Sony Corp., Sharp Corp. y Panasonic Corp.— perdieron la esperanza de registrar una ganancia anual, al proyectar pérdidas combinadas de casi US$17.000 millones para el ejercicio fiscal que termina en marzo.
La hemorragia se produce años después de que las compañías adoptaran distintas estrategias para apuntalar sus escuálidos márgenes de ganancias. Sony exprimió su cadena de suministro. Sharp construyó una gigantesca fábrica de pantallas de cristal líquido en Japón. Panasonic adquirió un rival más pequeño para incursionar en nuevos negocios.
Problemas de corto plazo han contribuido a la ola de pérdidas este año, entre los que figuran la fortaleza del yen, el sismo y el tsunami en Japón, las inundaciones en Tailandia, el alza de costos energéticos y la crisis financiera de Europa.
Sin embargo, los problemas que aquejan a empresas como Sony, Sharp y Panasonic son más de fondo. Otrora la fuerza dominante en la industria de electrónica de consumo, las firmas japonesas simplemente no están creando suficientes aparatos que la gente desea. Lo que fabrican no se diferencia demasiado, por lo que las compañías terminan en una brutal competencia de precios. Cuando los gustos de los consumidores cambian, no pueden reaccionar lo suficientemente rápido debido a que sus recursos están repartidos en numerosas líneas de productos.
El resultado es que no pueden igualar las innovaciones de la estadounidense Apple Inc., con sus iPads y iPhones, o el poderío manufacturero de la coreana Samsung Electronics Co., un gigante de los semiconductores, los teléfonos celulares y los televisores. Para poner en perspectiva los US$17.000 millones en pérdidas previstas de las tres empresas japonesas, vale la pena recordar que Apple tuvo una ganancia de US$13.100 millones sólo en su último trimestre y Samsung ha presupuestado US$41.000 millones en gastos de capital en 2012.
La línea de productos de las compañías japonesas incluye televisores, reproductores de Blu-ray y computadoras portátiles. Sony también ofrece cámaras digitales y consolas de videojuegos. No obstante, perdieron en gran parte el tren de los aparatos móviles y las ventas así lo demuestran.
Los ingresos del grupo principal de electrónicos de consumo y videojuegos de Sony cayeron 24% en el tercer trimestre fiscal frente a un año antes. La división de productos audiovisuales digitales de Panasonic sufrió un declive de 19% en el período culminado en diciembre. La división de electrónicos de Sharp, que no incluye los paneles LCD, registró un descenso de 5,3% frente al trimestre cerrado en septiembre, un resultado particularmente alarmante debido a que el período terminado en diciembre se beneficia de las ventas navideñas.
"Históricamente hablando, este es el período más complicado para las empresas de electrónicos japonesas", dice Masugi Kaminaga, socio en la consultora estratégica Roland Berger. "Nunca antes habían sido realmente desafiadas, y ahora las retan de todas las direcciones". Existen paralelos, explica Kaminaga, entre los titanes tecnológicos estadounidenses de los años 70 y las compañías de electrónica japonesas de la actualidad. Mientras que los que se comprometieron a adaptarse pueden sobrevivir y prosperar, como International Business Machines Corp., otras firmas pueden decaer como Eastman Kodak Co. De la misma forma en que las empresas de Estados Unidos fueron desafiadas por el surgimiento las tecnológicas japonesas, éstas encaran una creciente competencia no sólo de Corea del Sur, sino también de China.
Panasonic pronosticó una pérdida de 780.000 millones de yenes (US$10.180 millones) para este año, debido a los persistentes problemas en su negocio de televisores —donde una apuesta a las pantallas de plasma fue infructuosa— y a una rebaja contable de su adquisición de Sanyo Electric Co. Sony prevé una pérdida de 220.000 millones de yenes (US$2.870 millones) para el año que cierra en marzo, mientras que Sharp proyecta un rojo anual de 290.000 millones de yenes (US$3.790 millones), que sería el mayor en sus 100 años.