Inicio  








  Por el libro
Bookmark & Share

2 de agosto de 2016

Un estudio del Departamento de Agricultura de ese país estimaba que para finales de 2014, la fecha de la medición disponible más reciente, cerca de 14% de la población estadounidense enfrentaba lo que se conoce como inseguridad alimentaria: dificultades en algún momento del año para proveer la comida necesaria para todos los miembros de la familia, debido a problemas económicos.

Dicho de otra manera: no les alcanzaba siempre el sueldo para alimentarse.

Es significativo que 17 millones de hogares aseguran que no siempre tienen el dinero para poner la comida en su mesa.

Más aun, agrega el reporte, 6,9 millones de hogares tenían muy baja seguridad alimentaria.

Es decir, que "el consumo de comida de algunos miembros de la familia se redujo y los patrones normales de alimentación se vieron afectados durante el año debido a recursos limitados", según asegura el informe publicado en septiembre de 2015.

En otras palabras, experimentaron el hambre.

Los hispanos sufren más

grupos minoritarios han sufrido más.

El estudio titulado "Seguridad alimentaria en los hogares estadounidenses en 2014" puntualiza que el 9,4% de los hogares con niñosse vieron en dificultades financieras para alimentarlos bien.

Y organizaciones no gubernamentales como Feeding America, especializadas en ayudar a estas comunidades vulnerables, advierten que grupos minoritarios, entre ellos los hispanos, sufren desproporcionadamente por esta situación.

Según Feeding America, la incidencia de esta falta de seguridad en cuanto a la disponibilidad de alimentos es el doble de alta entre las familias hispanas que entre sus contrapartes anglosajones.

"Más de uno de cada cuatro niños latinos viven en hogares con inseguridad alimentaria", asegura la entidad.

"La demanda de nuestra asistencia alimentaria en Estados Unidos se disparó luego de la gran recesión de 2008", le dice a BBC Mundo Ross Fraser, vocero de Feeding America.

5 millones a la semana

El representante de la entidad indica que 5 millones de personas en todo el país acuden a su organización cada semana en busca de ayuda para alimentar a su familia.

Hambre en Estados Unidos

  • 14% Porcentaje de la población con problemas financieros para comprar la comida que necesitan.
  • 6,9 millones Hogares que han cambiado sus hábitos alimenticios por falta de recursos.

Fuente: Departamento de Agricultura de EE.UU.

Getty

"Pero esa demanda no ha bajado desde entonces. Seguimos viendo números récord de personas acudiendo a nuestros bancos de comida", indica Fraser.

Feeding America encuentra que los factores que predicen la existencia de estos problemas incluyen vivir en comunidades con mayores niveles de pobreza y desempleo. Una situación que empeora para familias con hijos.

En general, el impacto de la crisis económica de 2008 no ha dejado de sentirse en este país, lo que encaja con otros análisis que señalan que aunque los negocios y el Producto Interno Bruto del país han mejorado desde entonces, muchas familias no han salido de la crisis y aún tienen que restringir el gasto más básico de todos, el de la comida.

El porcentaje de los estadounidenses que tiene dificultades para conseguir su comida se ha mantenido alto desde entonces comparado con lo que ocurría antes del colapso financiero. En 2006 apenas llegaba a 10% de su población.

De mal en peor

familias con niños tienen más incidencia de estos problemas.

Y si todas estas malas noticias no fueran suficientes, hay quienes advierten que la situación se puede poner peor.

Según indica el medio estadounidense The Atlantic, nuevas restricciones a los programas de ayuda estatal a las personas de bajos ingresos podrían aumentar el número de personas que confrontan el riesgo de hambre en Estados Unidos.

En particular, asegura The Atlantic, varios gobiernos regionales están imponiendo nuevos requisitos para que las personas accedan a estos programas de asistencia oficiales como los llamados "food stamps", bonos que les permiten a los recipientes adquirir comida de manera gratuita.

La actual carrera presidencial estadounidense enfrenta a dos candidatos que aseguran que con ellos la situación económica mejorará para sus conciudadanos.

Una promesa que guardará particular resonancia para los millones de personas en ese país que, pese a la prosperidad que los rodea, se van a dormir con hambre en el estómago.