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  Por el libro
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19 de septiembre de 2016

El Vocero

La instalación de 500 tragamonedas en los pasillos del aeropuerto Luis Muñoz Marín “fue parte de la negociación y exigencia de la compañía mexicana Aerostar para poder firmar el contrato de operación de las instalaciones ubicadas en Carolina”, aseguró Aníbal Villafañe, coordinador del área norte de operadores de máquinas de vídeo juegos en la Isla.

Villafañe dijo que esa información “se desprende de los documentos y expresiones de un abogado que participó en el proceso de negociaciones entre el gobierno de Puerto Rico y la hoy operadora del principal aeropuerto de la isla”.

“En la mañana de hoy estuvimos reunidos con uno de los abogados que trabajó en el proceso de negociación entre la Autoridad de los Puertos y la compañía mexicana Aerostar, para esta última adquirir el control absoluto del aeropuerto, y hemos descubierto que para diciembre de 2012 el grupo de trabajo y asesores en la transacción realizó un cambio en el contrato original, eliminando la petición que obligaba al gobierno a proveer los permisos que permitiera instalar unas 500 máquinas tragamonedas dentro y fuera de los terminales A, B y C”.

Explicó que la eliminación de la exigencia estuvo basada en la recomendación de un bufete de abogados en Washington, que exigió no incluir ese párrafo (de las tragamonedas) en el contrato, aludiendo que podría ser un serio impedimento para que la Agencia Federal de Aviación (FAA) aprobara la transacción.

En su lugar, la entonces administración de Luis Fortuño firmó un documento confidencial prometiendo la instalación de esas tragamonedas.

“La actual administración se negó a los tragamonedas, pero a insistencia del cabildero (recaudador del PPD), que trabaja los asuntos de la compañía mexicana Aerostar y del representante Ángel Matos (quien tuvo relación con Aerostar mucho antes de convertirse en presidente de la Comisión de Turismo de la Cámara), fueron los que solicitaron que el compromiso tenía que ser cumplido”, afirmó Villafañe.

El líder de los operadores de máquinas de vídeo juegos en el área norte dijo que las exigencias de la compañía mexicana Aerostar eran claras con sus intenciones desde su llegada a la isla para operar tragamonedas en el aeropuerto.

“Aquí se trabajó para aniquilar el servicio que ofrecía el hotel del aeropuerto y el casino que operaban (asunto que fue encomendado al entonces ciudadano Ángel Matos). Las exigencias desde el primer día de la negociación fue que Aerostar exigió la eliminación del casino en el aeropuerto”, abundó.

Villafañe añadió que “la Autoridad de los Puertos presionó a su operador y el mismo tuvo que cerrar. Sin embargo, aunque los mexicanos podían operar un casino en el hotel del aeropuerto, procedieron a solicitar que se legislara para que la Compañía de Turismo pudiera autorizar directamente los tragamonedas que ellos deseaban instalar en el aeropuerto, por un sinnúmero de ventajas, incluyendo la no intervención de los inspectores de juegos que tiene la Compañía de Turismo”.