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  Por el libro
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6 de octubre de 2015

Las cuentas venían anticipándolo desde algún tiempo. El aumento de la deuda y la caída de los ingresos por ventas llevaron a primeras horas de la mañana del lunes a American Apparel a las puertas de un juzgado de Delaware a solicitar la bancarrota.

Los conflictos en la empresa por la abrupta salida de su muy controvertido fundador y presidente, Dov Charney, además de otros conflictos laborales han colaborado a complicar aún más la situación de la mayor empresa textil de Los Ángeles, un empleador de miles de latinos en la ciudad.

Este proceso, conocido como el Chapter 11, se va a utilizar para reorganizar la deuda de la empresa que, de momento, no ha anunciado despidos de personal ni cierres de tiendas. Las actividades de la empresa se mantendrán y esta bancarrota no afecta a las operaciones internacionales de la empresa.

El consejo de American Apparel espera salir de este proceso de reestructuración de su deuda en medio año.

Aunque esta solicitud aún ha de ser aprobada por el juez, la empresa anunció, que los acreedores de la empresa han llegado a un acuerdo entre la mayoría de ellos para reducir la deuda en un proceso que les ofrece capital de la empresa a cambio de lo que se les debe. Este esquema elimina $200 millones de deuda. Los acreedores han aprobado también una inversión de $70 millones para mantener las operaciones de una empresa que apenas tenía capacidad de maniobrar.

El objetivo de la bancarrota es reducir la actual deuda de $300 millones a unos $135 millones o menos y reducir los costos anuales de operaciónes en $20 millones.

De momento, quienes más pierden son los actuales accionistas de la empresa ya que el valor de sus acciones se ha volaltilizado. Entre ellos, Dov Charney, fundador de la empresa en 1989 y que tenía una fortuna en esta compañía valorada en algo más de $8 millones de dólares. Charney, fue  despedido de su puesto al frente de la empresa en junio del año pasado después de haber sido acusado de mal uso de fondos y problemas legales por cuestiones sexuales.

Charney ha estado defendíendose tanto en la calle con el apoyo de los trabajadores que han sido despedidos como desde los tribunales. Desde entonces y buscando la manera de volver a la empresa que fundó.

Ahora, su posición queda aún más complicada porque la bancarrota paraliza algunos procesos judiciales.

La empresa queda enteramente en manos de sus  acreedores entre ellos, Standard General, Goldman Sachs Asset Management y Monarch Alternative Capital.

Paula Schneider, la presidenta ejecutiva de la empresa desde enero, ha manifestado en un comunicado que la reestructuración de la deuda  de American Apparel permitirá a la empresa mejorar su situación, recuperarse y “centrarse en la estrategia de cambio para crear nuevos productos que sean además relevantes, lanzar nuevas iniciativas de diseño y marketing, invertir en nuevas tiendas y crecer en nuestro negocio de ventas online”.