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  Por el libro
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12 de enero de 2012

WSJ

BANGKOK—La gente rica siempre ha hecho cosas peculiares con el oro, principalmente para demostrar que puede.

Durante los años de auge de Japón, los banqueros mezclaban polvo de oro en sus capuchinos. Los enemigos del general romano Marco Licinio Craso, entretanto, presuntamente lo liquidaron vertiendo oro derretido en su garganta como castigo por su sed aparentemente insaciable por la riqueza y el poder.

También está Pavenooch Srimongkolchai, de 34 años, catedrática tailandesa de terapia física. A ella y sus amigas les gusta someterse a faciales con lociones infundidas de oro para obtener un aspecto especial y extra radiante.

En Tailandia, las mujeres adineradas van a spas en busca de faciales con oro de US$200.

"Es realmente emocionante cuando estoy acostada sobre la mesa de tratamiento. Me digo: '¡Tengo oro en mi cara!'", cuenta Pavenooch, envuelta en una toalla para otro tratamiento de US$200.

Con los precios del oro constantemente en los titulares —el metal registra un nuevo récord o una pronunciada corrección, dicen analistas rivales— más personas en Tailandia están buscando tratamientos faciales de oro. éstos implican un masaje con partículas de oro en la piel para eliminar toxinas y crear la impresión de un resplandor saludable. También está disponible en Estados Unidos y Japón, entre otros países.

Una revisión de tratamientos faciales con oro por parte de un equipo de especialistas en el Hospital Universitario de Leipzig, Alemania, en 2010, no encontró pruebas que "apoyen o refuten la eficacia del oro en el cuidado facial".

Pero en Tailandia, al menos, cuanto más sube el precio del oro, mayor es la demanda para tratamientos de oro en el spa.

"A nuestros clientes les gusta eso", dijo Kanokporn Khemataechit, presidenta y fundadora de la cadena de spas Princess Beauty and Spa, con sede en Bangkok. "Hace parecer (al tratamiento) más exclusivo".

Muchos economistas cuestionan el enamoramiento de la humanidad con el metal. El analista Nouriel Roubini sugiere que la gente inquieta por el clima económico global acapare latas de rosbif. La gente puede comer más carne que oro, razona.

Por mientras dure la emoción por el oro, Kanokporn dice que seguirá ofreciendo tantos faciales como pueda. "Algunas de nuestras clientes han estado viniendo aquí durante 15 o 20 años, y a medida que envejecen se vuelven más exigentes, buscan nuevas cosas que las hagan parecer más jóvenes".