19 de octubre de 2011
El Nuevo Dia
Durante el pasado mes de agosto, la tasa de participación laboral se redujo a un 39.7%, según fue divulgado por el Departamento de Trabajo y Recursos Humanos. Esta resultó ser la más baja registrada desde que se recopilan estos datos en Puerto Rico. La tasa de participación laboral (TPL) representa la proporción de personas de la población civil no institucional de 16 años o más que se encuentran trabajando o buscando empleo de forma activa. Por consiguiente, la TPL es un indicador de la oferta de trabajo en el mercado. Cabe indicar que durante la década de los cincuenta llegamos a obtener niveles de participación de más de un 50%. Sin embargo, a partir de finales de la décadas de los cincuenta y sesenta, se comenzó a observar una tendencia declinante en esta variable, llegando a reducirse a menos de 50%. Esta situación se profundizó durante la década de los setenta cuando la TPL se redujo a 43%. Debemos recordar que en esta década nuestra economía recibió los efectos del embargo petrolero (1973-74) que conllevó una profunda recesión y nuestra primera crisis fiscal. Además, en los años setenta se expandieron varios programas de transferencias federales como los Cupones de Alimentos, Seguro por Desempleo, Incapacidad del Seguro Social y el TANF. Luego, en las décadas subsiguientes, la participación laboral tuvo ciertos repuntes, principalmente, en periodos donde la economía estaba en su fase de expansión. A pesar de estos repuntes, la participación laboral nunca ha vuelto a alcanzar los niveles registrados en los años cincuenta. Todo esto representa que nuestra economía, aún en la mejores etapas de su desarrollo económico, nunca logró crear la oferta de trabajo necesaria para alcanzar su producción potencial. La literatura desarrollada en el campo de la economía laboral nos plantea varias teorías que ayudan a explicar los cambios en la participación laboral. Las teorías Una de estas teorías sostiene que los cambios en las oportunidades de empleo (empleo/población) tiende a afectar la decisión de los individuos a participar en el mercado de trabajo. Se espera que en situaciones donde el empleo está aumentando, los individuos formen expectativas positivas y buscan participar en el mercado (K.Strand y T.Dernburg, 1964). Cuando ocurre lo contrario, esto induce a las personas a no buscar trabajo, a desalentarse y, por ende, dejan de participar activamente. La otra teoría que se presenta en la literatura es la de asignación de tiempo, del economista americano Gary Becker. Según Becker, los individuos valoran los costos y beneficios de participar en el mercado de trabajo en función de sus preferencias. Es decir, que los individuos no solo valoran el tiempo que le dedican al trabajo a través de la compensación o salario que reciben sino también que le imputan un valor al tiempo dedicado al ocio. Por tal razón, cuando los ingresos que se reciben por mantenerse ociosos son iguales o mayores en términos relativos a los de mantenerse trabajando; esto inducirá a no participar en el mercado laboral. ¿Cuál prevalece en la Isla? La evidencia empírica encontrada en la Isla no es muy concluyente. No obstante, varios estudios nos ayudan a inclinarnos a que la teoría de Becker parece ser la que mejor explica el nuestro caso. Por ejemplo, una investigación realizada por este servidor en 1989 arrojó que la variable de transferencias federales tuvo un efecto negativo en la participación laboral de los varones y algunos grupos de edad de las féminas durante el periodo histórico de 1952-86. Sin embargo, la variable que representaban los cambios en las oportunidades de empleo (empleo/población) no demostró ser significativa excepto en la participación de las féminas en los grupos jóvenes de edad (16-34 años), resultados que luego fueron confirmados por otros economistas (C. Santiago, 1992). En resumen, la evidencia empírica encontrada en los trabajos sobre la participación laboral en la Isla nos indica que la teoría de Becker tiende a explicar en parte la reducción significativa observada en esta variable. Los programas de transferencias como el PAN, entre otros, han inducido a muchas personas a preferir más el ocio que estar trabajando. A la vez, esta conducta ha perpetuado una cultura de dependencia que ha desembocado en graves problemas sociales como la marginación, la pobreza y la criminalidad. Por tal razón, se recomienda una evaluación de la política pública relacionada con estos programas de transferencias, a fin de que sea reenfocada para lograr la autosuficiencia de los solicitantes y no ha perpetuar su dependencia económica. Omar J. García Rivera, estudiante de Finanzas y Economía en el RUM, colaboró en este artículo.
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