NUEVA YORK (Reuters Health) - Los bebés que padecen reacciones alérgicas graves a la leche o el huevo a menudo no reciben asistencia inmediata, a pesar de que sus cuidadores cuentan con la medicina necesaria para contrarrestar esas crisis, según revela un estudio realizado en Estados Unidos.
Con financiamiento gubernamental, un equipo siguió durante tres años a más de 500 bebés con diagnóstico o sospecha de alergias alimentarias. Las familias conocían la enfermedad y sabían cómo evitar los alimentos que provocaban las reacciones. Además, contaban con un dispositivo para inyectar epinefrina, que frena la reacción alérgica.
Aun así, el 72 por ciento de los niños tuvo una reacción alérgica durante el estudio. Y del 11 por ciento que padeció crisis graves (dificultad para respirar, caída de la presión sanguínea, urticaria o inflamación), menos de un tercio recibió epinefrina.
"Los niños que deberían haber recibido epinefrina durante el estudio no murieron, afortunadamente, pero estuvieron en riesgo por falta de asistencia inmediata", dijo el doctor Scott H. Sicherer, experto en alergias infantiles de la Facultad de Medicina de Mount Sinai, en Nueva York, que participó del estudio. "Debemos insistirles a las familias que se trata de un medicamento seguro. Ante la duda, deben aplicarlo. Al niño no le pasará nada malo", agregó.
Un 8 por ciento de los niños de Estados Unidos padecen alergias alimentarias y los estudios revelan que la cifra está aumentando, según dijo Sicherer, cuyos resultados publica la revista Pediatrics.
La información proviene de un estudio sobre chicos de cinco ciudades estadounidenses. Al inicio de la investigación, los niños tenían entre tres y 15 meses de vida. La mayoría de las reacciones alérgicas fue accidental, debido a un olvido de los padres, la falta de supervisión, errores al leer las etiquetas de los alimentos o el contacto cruzado durante la preparación de las comidas, como ocurre al utilizar una cuchara para revolver el café con leche y, luego, alimentar al bebé. "El mensaje es que hay que estar muy atentos (...) Como médicos, tenemos que asegurarnos de que los padres estén informados", resumió Sicherer.
Dado que la mitad de las reacciones ocurrieron cuando un tercero estaba a cargo de los niños, Sicherer destacó el papel de los padres en la transmisión a terceros de las instrucciones del cuidado de sus hijos.
La mitad de las personas con alergias alimentarias tendrá una reacción grave o anafilaxia en algún momento, según comentó la doctora Kari Nadeau, alergóloga de la Facultad de Medicina de la Stanford University, en California, que no participó del estudio.
El motivo por el que los niños no recibieron epinefrina cuando lo necesitaban fue porque los cuidadores no habían reconocido las reacciones, no contaban con el medicamento a su alcance o temieron administrarlo. "A las personas les cuesta aplicarle una inyección a un bebé, pero se trata de una aguja pequeña. Es fundamental que los cuidadores tengan a mano el EpiPen y se sientan libres de utilizarlo cuando lo consideren adecuado. Es el único fármaco que salva la vida", explicó Nadeau.
Sicherer recomendó que las familias consulten el sitio http://www.cofargroup.org/.
Entre otros materiales educativos, existe una lista de control (en inglés) para los padres (http://bit.ly/MB4NkU). El doctor Wayne Shreffler, director del Centro de Alergias Alimentarias del Hospital General de Massachusetts, en Boston, comentó que el 95 por ciento de las alergias graves son por consumo de algún alimento. "Allí es donde debemos concentrar la educación", dijo a Reuters Health.
FUENTE: Pediatrics, online 25 de junio del 2012