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  Por el libro
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 / Foto por: El Pais

18 de abril de 2016

El Pais

La rivalidad entre Irán y Arabia Saudí ha impedido este domingo que varios países productores de petróleo reunidos en Doha lograran un acuerdo para congelar la extracción. La cita buscaba mantener los niveles del pasado enero hasta octubre para animar los precios. Sin embargo, la exigencia saudí de que Teherán se uniera al plan evitó que prosperara, ya que los iraníes, recién reincorporados al mercado tras una década de sanciones, quieren recuperar su cuota de producción histórica.

“Los fundamentos del mercado están mejorando. Todos necesitamos más tiempo para más reuniones”, ha declarado el ministro de Energía de Qatar, Mohamed Saleh al Sada, al anunciar el final de la conferencia.

A la capital catarí habían acudido todos los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) excepto Irán y Libia (sumido en la guerra), además de media docena de no miembros. Los asistentes representaban casi el 60% de la producción mundial de crudo, unos 47 millones de barriles diarios. Faltaban no obstante otros grandes productores como EE UU, Canadá, China, Brasil o Noruega.

El desplome del precio del barril (de los 115 dólares de junio de 2014 a los 27-28 dólares del pasado enero) ha puesto a los productores en serios apuros económicos. Sin embargo, desde el acuerdo alcanzado entre Arabia Saudí, Rusia, Venezuela y Qatar el pasado febrero, el petróleo ha remontado hasta los 40 dólares. Ese cambio en la percepción del mercado animó a esos cuatro países a intentar ampliar su pacto.

Pero las divergencias entre Riad y Teherán, los dos pesos pesados de la región, estallaron antes de que los ministros llegaran a Doha. En una entrevista publicada el sábado, el príncipe Mohamed Bin Salmán, viceheredero y máximo responsable de la política petrolera saudí, reiteró a la agencia Bloomberg que su país no iba a congelar su producción a menos que Irán hiciera lo propio. El joven e influyente hijo del rey incluso sugirió que podría aumentar la extracción en un millón de barriles diarios de forma inmediata.

La República Islámica, que se está reincorporando al mercado tras años de sanciones por su programa nuclear, dijo apoyar el plan, pero no estar en condiciones de participar en él. “Si Irán congela su producción de petróleo, no puede beneficiarse del levantamiento de las sanciones”, explicó su ministro de Petróleo, Bijan Zanganeh.

La reunión protocolaria para ratificar el borrador a primera hora de la mañana tuvo que retrasarse. Las exigencias saudíes hacían saltar por los aires el consenso previo. El anfitrión, el jeque Tamin Bin Hamad al Thani, trató de salvar el escollo convocando a todos los participantes a un almuerzo. Su intervención logró que la cita se celebrara finalmente por la tarde, pero a medida que pasaban las horas se fue alejado la posibilidad de un pacto. Después de seis horas de discusiones, los participantes admitieron que primero necesitaban ponerse de acuerdo dentro de la OPEP y luego invitar a otros a unirse.

El conjunto de los países de la OPEP bombeó un total de 32,35 millones de barriles diarios en marzo, frente a una media de 31,85 millones en 2015. De ellos, un tercio corresponde a Arabia Saudí. Según esa organización, la producción iraní fue de 3,3 millones de barriles en marzo, un aumento de 400.000 barriles respecto a enero, cuando se le retiraron las sanciones internacionales, pero aún lejos de los 4 millones que extraía antes del embargo.

Desde el principio los analistas se han mostrado divididos sobre la posibilidad de un acuerdo y sus resultados. Algunos estimaban que los precios podrían recuperarse hasta los 50 dólares el barril, mientras que otros temían que, de no lograrlo, se produjera un nuevo desplome. En ese sentido, el cierre a la baja del viernes parecía confirmar el escepticismo. Incluso en el mejor de los casos, el freno a la producción no soluciona el desajuste de oferta y demanda, tal como ha advertido la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Sigue habiendo mucho petróleo almacenado.

Además, incluso en caso de éxito, éste sería agridulce. Un acuerdo que lograra impulsar el precio más allá de los 55 dólares por barril, permitiría volver al mercado a los extractores de petróleo de esquisto (fracking) en EE UU, según estimaciones de Goldman Sachs. En ese caso, solo se retrasaría la reducción de la oferta que los expertos consideran necesaria para reequilibrar el mercado.